18.9.17

Bogotá mejor para nadie.

Este año ha sido muy especial para mi miedo. Me he tenido que dar de a golpes con él y decirle que no joda y que por primera vez soy yo la que manda, no él. Y no ha sido fácil porque el hijo de puta sabe defenderse y yo no soy muy buena dando golpes.

Pero parece que él encontró una única manera de calar en algo, en algún lugar que creí imposible y ahora cada día me sorprende más. El miedo se apoderó de mi ciudad y de mis ganas de vivir en ella. Cuando escribí mi bici y yo lo hice con ese sabor de sentir cómo iba venciendo el miedo de todos por querer andar en dos ruedas en esta ciudad, a la hora que fuera, en la calle que fuera y sola. Ahora no puedo, no quiero, no me atrevo.

Jamás llegué a imaginar que el miedo buscaría colarse en mi ciudad y dañarme los momentos en ella. En ocho meses van dos bicicletas robadas y la seguridad de rodar tranquila aquí. Me han robado la seguridad y a la gente que me rodea. Ahora son ellos los que me dicen que mejor me cuide, que mejor no salga y yo los escucho y les hago caso. Finalmente también tengo miedo.

Ahora, había prometido hacer un post resentido, porque con el robo que le hicieron a mi hermano la semana pasada no aguanté más el caos interno en el que estoy. Odio a Bogotá en este momento pero siento enormemente cómo la voy a extrañar, con lo mierda y todo que es ahora. Pero la rabia se fue porque cuando veo a Bogotá desde el Cerro de Monserrate no puedo dejar de agradecerle por criarme, por hacerme lo que soy. Porque fue justo por su caos de mierda que decidí utilizar bicicleta y me aventuré a ganarle al miedo en dos ruedas. Y eso por lo menos no me lo ha quitado. Sólo ya no tengo bicicleta para andar y no cuento con el tiempo, pero sé que desde donde esté volveré a rodar porque este amor por la bici es para siempre.

Así como mi amor por Bogotá, porque eso soy, una rola más, jodida porque vengo también de familia santandereana, porque la ciudad me moldeó como pudo y aceleró mi crecimiento, empujó mi control y rabia al máximo. Pero a veces no dejo de pensar que justamente me voy de Bogotá para desaprender y conocerme en otro ambiente. Finalmente no soy solo una cosa. Nunca lo seré. El cambio es la única constante en la vida y así como pensé que jamás sentiría miedo de rodar en esta ciudad, de pronto este caos que cargo por dentro porque Bogotá me lo cultivó durante todos estos años ya no van a ser una etiqueta más y será bello, una vez más, descubrirme, cambiar, transformarme.

Te odio y te amo tanto Bogotá. Es ridículo.

Ahora que lo pienso, también quería decir aquí que no pude terminar el post sobre Techo porque justo después de eso mataron a Facha. Y esa muerte me marcó porque no sólo no entiendo cómo hay seres que pueden arrebatarle la vida a cualquiera (y justo a semejante ser humano que era él) sino porque lo sentí tan cerca, sentí que podía ser yo quien saliera a tomar un taxi una noche cualquiera y no volviera jamás a mi casa. Así también me fue robando la seguridad Bogotá, cuando le fue quitando la vida a la gente que vale la pena tener cerca, vivita y coleando.