5.7.16

Dígame.

No tengo claro el cómo, ni el por qué. Sé que me empezó a gustar cada vez que nos veíamos porque sí, cuando nos acompañábamos en la ruta o cuando él o yo nos poníamos cita para ir a tomar una aromática y hablar de nosotros o nuestros compañeros de trabajo.

Me siento perdida. Y no por qué esto sea así de caótico. Me siento perdida porque hace mucho que nada tan así pasaba tan rápido. En menos de un mes se coló en mis pensamientos, en mis horas y quiero pasar todo el puto día con usted.

A veces tengo el presentimiento que usted se va a ir a Kazajistán y no nos vamos a volver a ver. Lo cual me alivia, porque me siento perdida de no saber qué hacer con este revoltijo de sensaciones y sentimientos con los que me deja. Es más, a veces creo que lo mejor es que se vaya a Kazajistán. Que lo peor que puede hacer es quedarse acá, en esta ciudad, a 20 minutos en bici de mi casa. Por favor, no sé qué hacer conmigo misma y preferiría que el universo mismo tomara la decisión por mí.

Me encanta besarlo y que me sostenga en sus brazos, pero me martiriza el después, cuando dejo de verlo, dejo de hablarle. Esto me tiene mal y no sé qué hacer y preferiría no sentir nada, absolutamente nada para seguir mi camino, como se supone que iba.

Dígame que hago en su ausencia, si aunque no esté acá no dejo de pensarlo y de sentirlo.

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